No recuerdo la edad que tenía, pero deberían ser no más de cinco o seis años cuando me regalaron un barquito Pof-Pof, Chof-Chof o Put-Put, etc. ya que recibe diferentes nombres.
Este verano, también, hemos de cuidar no de uno, tampoco de dos, sino, nada más y nada menos que de tres nietos. Así que como medida preventiva he puesto a buen recaudo todos los proyectos pendientes. Pero en los pocos momentos que me dejan libre las actividades para mantener entretenida a la tropa y para apaciguar, nunca matar, el gusanillo, pensé: -¿Por qué no hacer un Pof-Pof?-. Y “dit i fet” o sea dicho y hecho.
En Internet hay una cantidad ingente de información, diferentes modelos, utilizando gran variedad de materiales, desde la lata de sardinas hasta el bric de leche. Ninguno de ellos me satisfizo, por lo tanto armado de papel, lápiz y goma, “osease” teclado, pantalla y mouse me dispuse a hacer mi propio modelo. Como material he utilizado madera, pues el modelo debe resistir las diez mil “perrerías” a que, a buen seguro, se verá sometido. Esto va en perjuicio de la velocidad, pero no se puede tener todo.
En este dibujo podemos ver las líneas de nuestro Pof-Pof, líneas simples y sin ninguna complicación, fondo plano y
laterales rectos, con una pequeña inclinación en popa para darle un poco de estética. La parte de cabina está un poco
más elaborada con unas ventanas de dimensiones generosas y una chimenea como detalle simpático que hace las delicias
de la gente menuda.
El motor que mueve este tipo de barcos es de combustión externa, tenemos una caldera (calderita) con agua en su interior que
es calentada por una llama que suministra una vela o una lamparita de cera, esta calienta el agua generándose vapor y aquí
acaba todo parecido con la máquina de vapor clásica o tradicional que todos conocemos.
El barco va destinado a la gente menuda, pero, ES INDIPENSABLE la presencia de un adulto, puesto que hay una llama que si no
se manipula con un mínimo de cuidado puede entrañar un cierto riesgo, máxime si lo hacemos evolucionar en una piscina de
terraza o jardín cuyo material, al ser de composición plástica, conlleva un alto riesgo por su fácil inflamabilidad.
La caldera tiene dos tubos que están sumergidos en el agua, previamente hemos cebado estos tubos introduciendo agua para que salga todo el aire del interior de la caldera y de los tubos, cosa que podremos hacer cómodamente aprovechando una jeringuilla que no utilicemos. Una vez cebado el conjunto caldera-tubos, taparemos la boca de los tubos para que no entre aire y pondremos el barco en el agua, con lo cual los tubos quedaran sumergidos unos cuantos milímetros, no es necesario más.
A continuación encendemos la vela o la lamparita de cera y la ubicamos debajo de la caldera, al cabo de un minuto o menos se forma vapor, el agua al transformarse en vapor aumenta el volumen, como la capacidad de la caldera no ha variado la consecuencia es que aumenta la presión.
La presión en el interior de la caldera es superior a la presión atmosférica más la suma de la presión equivalente a la profundidad a la que están sumergidos los tubos de descarga, que como hemos dicho son unos cuantos milímetros. Como las presiones tienden a igualarse se produce una descarga del agua que contienen los tubos y que por estar sumergidos y por tanto en contacto con el agua fría, no ha llegado a vaporizarse y como a toda acción corresponde una reacción, nuestro barquito se mueve en sentido contrario a aquel en que se produce la descarga.
Esta descarga y la consecuente condensación del vapor restante en las paredes frías de los tubos, provocan un vacío que la presión atmosférica más la suma de la presión equivalente a la profundidad a la que están sumergidos los tubos de descarga compensa, haciendo entrar un nuevo volumen de agua.
Podría pensarse que la acción de volver a llenar la caldera y los tubos de agua, debería llevar aparejada una reacción provocando un movimiento contrario en nuestro barquito a aquel en que se produce el llenado, con lo cual nuestro barquito no avanzaría, como mucho tendría un pequeño movimiento alternativo.
Esto sería así, si el agua entrase por un efecto de succión creado por el vacío, pero en realidad es la presión atmosférica la que empuja el agua con violencia para llenar el vacío que la expulsión del vapor ha provocado y aquí sí se produce una reacción que tiende a reforzar el movimiento avante de nuestro barquito.
El ciclo consta de cuatro tiempos, vaporización, presión, descarga y aspiración, que se van repitiendo en tanto en cuanto la llama no se extinga.
Se sabe que Thomas Piot, inventor inglés, patentó estos barquitos en el año 1891, convirtiéndose en uno de los juguetes más populares entre los años 1920 y hasta bien entrada la década de los 50.
El ruido que produce “Pof–Pof” se debe a la dilatación y contracción de la membrana flexible que cierra la caldera por su parte superior.
Hay diversos modos de fabricar la caldera, yo he optado por aprovechar la parte inferior de una lata de refrescos que es cóncava. Del mismo material de la lata he recortado un círculo que servirá de membrana para cerrar la caldera.
Dos tubos de latón de 4 milímetros de diámetro actuarán como tubos de cebado y descarga conectando la caldera con el agua y propulsando el barco con cada ciclo.
El conjunto caldera, tapa superior y tubos de descarga los pegaremos con un adhesivo, -“Nural 30”- que resiste hasta 1000 (mil) grados de temperatura y que en los motores, en general, se utiliza para sellar las juntas, principalmente las de escape, por las altas temperaturas que alcanzan los gases de la combustión.
Naturalmente se pueden utilizar otros tipos de adhesivo, más comunes en los talleres de los modelistas, como puede ser “Araldit” dos componentes o similares.
También se puede recurrir a la soldadura con estaño. Pero cuidado, el estaño funde a baja temperatura y podría darse el caso de que la temperatura alcanzada por la caldera llegase a fundir la soldadura con lo cual todo nuestro trabajo quedaría miserablemente perdido. Para evitar este posible peligro deberíamos recurrir a la soldadura con una aleación de estaño plata cuyo punto de fusión es de 227º bastante superior a la temperatura de fusión de la aleación de estaño plomo que es de 183º, lo cual nos deja un margen de seguridad más amplio.
En cuanto al barco, unos cuantos minutos con Auto CAD, cuatro líneas sencillas y el desarrollo de las superficies para su corte en madera.
Buscando entre los recortes encontré unos trozos de contrachapado de cinco milímetros para el fondo y la cuaderna de popa, y otros de 3 para laterales, cubierta y cabina. Laterales y cabina se han rebajado a un milímetro y medio consiguiendo así una mejor flexibilidad para que la madera flecte y se adapte a la curvatura del casco.
El casco carece de cuadernas pues la forma se obtiene por la unión de los laterales con el fondo y la cubierta, teniendo la rigidez suficiente para aguantar los embates de nuestros nietos. Un par de manos de selladora, pintura a nuestro gusto y tendremos un juguetito para deleite de los “peques” y también de los mayores… ¿O no?
Y es que no hay nada tan gratificante como llegar a casa después de un día agotador, cansados, exhaustos y estresados, preparar un baño caliente y relajarnos con las evoluciones de nuestro barquito haciéndolo navegar alrededor nuestro y aspirando los aromas de las ceras aromáticas con que podemos calentar motores…. Luego dirán “estos aficionados a los barquitos es que son como niños”, y yo añado, “compadezco al que en su alma no conserva un gramo de niñez”
Para construir la caldera tomaremos una lata de refresco vacía y por cualquier procedimiento mecánico, cortaremos el culote o parte inferior de la lata. Repasaremos su borde con una lija o lima, quitando las rebabas que hayan podido quedar y muy especialmente las “puntas” para evitar cortes o pinchazos.
Lo más próximo al borde efectuaremos dos taladros donde irán ubicados los tubos de cuatro milímetros. Como hemos de introducir agua en la caldera a través de los tubos esta posición nos asegura que la cámara de aire, que inevitablemente queda en su interior, sea lo más pequeña posible. Esto puede parecer una tontería, pero tiene su importancia y grande en el rendimiento del motor. El aire que queda aprisionado en el interior de la caldera está a presión atmosférica, el aire es comprensible, el agua no, así que al convertirse el agua en vapor parte de la presión del vapor se “gasta” en igualar la presión de la bolsa de aire.
Los tubos van doblados a 90 grados, lo haremos calentándolos con un soplete y utilizando un recorte de madera a modo de plantilla y dos tacos para no quemarnos.
(En Balcones) podéis ver un sistema para doblar tubos de latón. Con toda seguridad no es el mejor, pero es el método que yo sigo con resultados, para mí, suficientemente satisfactorios.
Es conveniente dejar los tubos un poco más largos de lo que indica el plano, de esta manera siempre tenemos margen para acabar de ajustar a la medida necesaria. También es conveniente, en el interior de la caldera, ajustarlos a ras de la misma, esto facilita la salida de la bolsa de aire que pueda quedar en su interior, además de eliminar resistencias parásitas. Antes de cerrar la caldera y como medida de precaución contra la oxidación se podría dar una mano de pintura tanto a la caldera como a la tapa por su parte interior. Lo importante de la pintura no es su color, sino su resistencia a la temperatura. La firma Titán, tiene un producto denominado “Titán Aluminio Anti Calórico” que es un esmalte que resiste muy bien a las altas temperaturas y que su fabricante garantiza hasta los 350 grados.
En las láminas que siguen podemos apreciar los detalles de cada una de las piezas que componen nuestro barquito. Están dibujadas para que se puedan imprimir en formato Din-A4 que es el formato estándar de cualquier impresora.
El sistema que sigo es recortar los dibujos de las piezas con un pequeño margen y pegarlos sobre el material en el que las voy a construir. La cola blanca acostumbra a dar buen resultado con la mayoría de los materiales que normalmente utilizamos. Además, una vez recortada la pieza, es muy fácil quitar la plantilla de papel utilizada y eliminar los restos de cola.
Cada lámina contiene una escala de cincuenta milímetros para comprobar que efectivamente la impresión se ha hecho a escala 1:1, de no ser así aplicaríamos un factor de corrección. En Infomodelismo_2 podemos ver con mayor detalle el sistema a seguir para obtener una impresión cien por cien a escala 1:1.
Esta lámina nos muestra la plantilla del fondo y el yugo de popa de nuestro barquito. Aunque en las anotaciones figura
contrachapado de 5 milímetros, tambien lo podemos recortar en contrachapado de 3 mm., dependiendo de la disponibilidad, que nos
ofrezca nuestra caja particular de guardar retales. Algunos la denominan "el cajón de sastre", otros prefieren llamarle "el cajón
desastre"
Aquí vemos la cubierta y los laterales. Ahorraremos trabajo clavando dos trozos de contrachapado, pues, con un sólo corte podemos
hacer las dos piezas quedando ambas exactamente iguales. Podemos unir los laterales con el fondo y el yugo con Cianocrilato. La
operación es muy rápida y precisa. No querer hacerlo de una sola vez, sino ir avanzando en trozos de dos o tres centímetros.
Esta lámina nos muestra el despiece y desarrollo de las diferentes piezas. El contrachapado de la pared de la cabina, al igual que
hicimos con los laterales, los rebajaremos a 1,5 mm. Ambos extremos de la pared de la chimenea irán soldados y sus aletas de
fijación dobladas a 90º. Cerraremos la parte superior con un círculo del mismo material. También doblaremos a 90º las aletas de la
guarda del calefactor.
Esta lámina nos muestra el despiece del motor, así como las medidas de los taladros y su ubicación. Como ya hemos mencionado
anteriormente, conviene dejar los tubos unos milímetros más largos de lo que indican las medidas del plano, de esta forma siempre
podemos recortar a nuestro gusto. En realidad la longitud del tubo en popa, responde más a un concepto estético que técnico.
El barquito, teniendo en cuenta el objetivo con que fue diseñado, se comportó muy bien, los que ya no se comportaron tan bien fueron mis nietos, aunque debo reconocer y reconozco que el ciento por ciento de la culpa me lo debo de atribuir yo. Pues, siendo tres los nietos, ¿Cómo se me ocurrió hacer tan sólo un barquito? Y el conflicto que debía estallar, estalló.
Saludos y como de costumbre a vuestra disposición.